Amanece de una manera
lenta, el sol no tiene prisa por salir de nuevo, un día más.
Ella mira el cielo con
cierto desdén, no le interesa demasiado que amanezca pues su cuerpo ansía el
calor de un acompañante ajeno, sentir su Ser penetrado violentamente y por
unos breves pero magníficos instantes
desaparecer. Ya no importa con quién o
donde, sólo quiere que la dominen.
Camina con los tacones en
la mano y las bailarinas ya puestas, considera que ya no es oportuno ir de
femme fatal, duda que en lo que aún es noche, vaya a conseguir su objetivo.
Su vestido beige mal
colocado simula las curvas de su cuerpo, la cadera, la cintura, su busto bien
formado y colocado, ¿Tanto para qué? Se pregunta mientras nota como su piel se
eriza a la par que sus pezones. Empieza
a correr una brisa poco agradable para ella, pues lleva una torera que solo
sirve para adornar su cuerpo, no para abrigarlo.
Mira a ambos lados de la
calle, no ve ningún taxi, lo cual es bastante irritante, tiene frío y ya está
cansada, el cielo cada vez más claro denota que ya es hora de irse a casa,
refugiarse en el calor que puedan ofrecer sus sabanas.
A lo lejos un Taxi, alza
la mano y grita, “¡Taxi!”, por un momento se siente como una protagonista de
mujeres en Nueva York, aunque ella no lleve acompañante.
El taxi para y su
conductor es un hombre de mediana edad, moreno de piel y cabello, con unos ojos
profundos, negros, casi opacos piensa.
Sus hormonas piensan por
ella y en vez de montarse detrás se monta en el asiento del copiloto.
-
“No me gusta
ir detrás, me siento demasiado sola”.
El no dice nada, solo sonríe
y asiente con la cabeza.
A dónde
señorita?
Calle Santa
Valentina, por Tetuán. ¿Puedo fumar?
No está
demasiado lejos de casa, -Sonríe y observa de arriba abajo sus piernas
cruzadas- Claro, pero cuidado con la ceniza, a mi jefe no le gusta que dejemos
a los clientes fumar.
Ella pasa por alto el
comentario de la cercanía de su hogar, prefiere sonreír.
- Puedes
tutearme, no soy tan mayor para que me llamen de usted, eso deprime a
cualquiera.
- Oh! Claro,
será un placer, Yo soy Alejo, encantado. – No borra su sonrisa, la cual empieza
a ser arrebatadoramente atractiva.
- Encantada, yo
soy Diana, pero todos me llaman Rabbit.
- Vaya, buen
apodo, qué pasa, ¿das suerte?, cuidado se te va a caer la ceniza, Rabbit.
Pronuncia con fuerza el
apodo de la mujer, y parados en un semáforo limpia de su pierna unas motas de
ceniza caídas, roza su muslo con lentitud, mientras qué sin quitar la sonrisa
su mirada va dejando atrás la simpatía para dar paso a una mirada lasciva y con
cierto deseo hacía aquella mujer desconocida.
La piel de la mujer se
eriza, y siente el calor de la mano del que hace llamarse Alejo, una mano
grande y fuerte, que la toca con delicadeza y sutilidad.
- Manos
calientes tienes suerte, yo estoy muerta de frío.
- Todo tiene
solución, ya sabes… -Deja la frase en el
aire, mientras mira de reojo a la que espera sea su próxima acompañante.
- Si, ¿Tu me
darías alguna?
- Se me ocurren
unas cuantas la verdad, señorita Rabbit.
- Ah! Sí? – El tono
de la mujer ha dejado de ser cándido y afable, ahora impregnado de lujuria y
picaresca mira a su conductor mientras se muerde el labio, deseo, siente un
deseo atroz por aquel hombre.
- Claro, todo,
todo tiene solución-. Pone de nuevo su mano en el muslo templado de la mujer y
lo aprieta, esperando ver la reacción de ella, la cual no se resiste, al
contrario ansia que su mano se deslice hacia el interior de su cuerpo.
- Ya estamos
llegando, ¿tu jornada ha empezado o está terminando? – Para que andarse con
rodeos, le mira y muerde su labio de una manera provocadora.
- Por suerte
eres la última acompañante de la noche, una gran suerte, todo hay que decirlo, pero,
¿Por qué lo dices? – Aprieta su muslo con fuerza y roza con sutilidad la
entrepierna. Nota el calor que desprende y su sonrisa se ensancha.
- ¿Quieres
subir? A tomar una copa o un café, lo que surja. –Su mirada desprendía lujuria y su cuerpo comenzaba
a sentir ansias de ser tocado.
Parados en un semáforo,
con el sol ya casi apareciendo en escena, Alejo agarra con fuerza de la nuca a
Rabbit, la besa con deseo, con ansia, su mano aprieta el muslo y finalmente
acaba en su sexo ya húmedo, sus lenguas juegan a entrelazarse, sus dientes a
morderse y las manos de ella agarran fuerte su pelo. Alejo nota el impedimento
de las medias y decide romperlas, son de algodón por lo que no le es difícil agujerearlas
para dar paso libre a sus gruesos dedos.
Aparta el tanga mojado
hacía su ingle derecha y comienza a jugar sin prisa con el clítoris abultado de
la mujer. Alejo nota como Rabbit aspira
profundamente y sus ojos parpadean a modo de placer. Ella se desliza hacia
abajo mientras una de sus manos ya ha descendido al bulto de su taxista,
mientras nota como juega con ella y disfruta, baja la cremallera del pantalón,
el botón ya estaba desabrochado de la presión ejercida por el falo del hombre.
Sus manos frías comienzan
a masajearlo y a rozar el capullo ardiente e hinchado, sube y baja con
lentitud, ella tampoco tiene prisa, ya no.
Sin avisar y mientras se
siguen besando, el hombre introduce su dedo corazón y anular en las humedades
de la mujer, nota la calidez de su interior y metiéndolos todo lo dentro que
sus otros dedos le permiten comienza a moverlos dentro de ella. Sin sacarlos
hace que pare el beso y gima, hace que comience a suspirar de placer.
En un movimiento brusco
él la medio levanta y pone casi bocabajo, con la cara en su miembro, e
introduce de nuevo los mismos dedos dentro de ella, esta vez más profundamente, con más rapidez con más bestialidad.
Mientras ella gime,
comienza a lamer su pene, erecto, duro y enrojecido por la erección. Lo embute dentro de su garganta, una garganta
profunda que saliva encima del pantalón y calzones del hombre, su cuello
comienza un compás lento mientras que su lengua juega con la cabeza en cada
salida y metida, con el pirsin de la lengua roza el capullo y hace que el
hombre pare su ritmo y gima, se le escapa un “Joder, como la comes” y vuelve a
su trabajo anterior, producir placer en el cuerpo de ella.
“Vamos a mi casa”, dice
ella mientras se queda mirando fijamente a los ojos del hombre, limpia la
saliva de sus comisuras, y repite, “Vamos a mi casa, ya”, no es una petición, ni un ruego, es una
orden. Quiere sexo y lo quiere ya.
El semáforo ha cambiado
de color tantas veces que al sol le ha dado tiempo a terminar de salir y
clarear las calles de Madrid, pero el silencio de la vía aún produce respeto.
El taxi arranca y gira a
mano derecha, aparca donde ella le dice, en un sitio de minusválidos, a esa hora nadie va a decir nada, ni grúas, ni
policía, justo frente a su portal.
Ambos se bajan del coche,
y en el soportal mientras ella busca las llaves en un bolso que le parece
demasiado profundo y grande, él la
agarra pro detrás, besa su cuello, lame su oreja, y toca su cuerpo con fuerza. Nota como sus muslos hacen fuerza y se
aprietan mutuamente para detener las ansias de su naturaleza, se excita aún
más.
Una vez dentro del
portal, llaman al ascensor, rompiendo la tranquilidad y el silencio del mismo. Ella le empotra contra la pared, sube una de
sus piernas a la cadera del hombre, dejando entrever lo que quiere y le besa, con
fuerza, con hambre, ya no queda espacio para la sutileza o la tranquilidad, el
deseo la posee.
El hombre la sube a horcajadas
haciendo que ella pueda notar la erección en su propio sexo, se balancea sobre
él mientras le tira del pelo y hace sonar las llaves. Llega el ascensor.
Con ella aún encima se
meten dentro, y ahora es él quien la apoya sin cuidado alguno en el espejo del
ascensor.
“Te follaba ahora mismo”, dice mientras lame su pecho enrojecido por la
barba naciente del hombre.
El ascensor se para en el piso número 7, ella se baja de su amante y se dirige
con paso veloz a su puerta.
La llave no está echada, eso solo puede
significar que su compañera de piso estaba en casa. Ambos se miran, con cierto
nerviosismo y calentura.
Entran, efectivamente su compañera de piso está echada en el sofá, viendo
la televisión.
Con una camiseta rosa y en bragas, con las piernas abiertas, observa
embobada la imagen de su compañera y el hombre que la acompaña.
- ¿No se supone que te ibas a dormir a casa de Susana?
Inquiere con cierto mal humor la mujer.
- Si bueno, al final he decidido quedarme pero veo que
tienes un plan mejor. Sonríe mientras les guiña un ojo.
- Mi habitación es la del fondo, ponte cómodo, enseguida
estoy contigo.
Rabbit se sienta un momento en el sofá, y ambas se ríen maliciosamente.
- ¿Crees que aceptará?
- Ambos estamos ardiendo, dudo que se niegue, de hecho, ¿quien
en su sano juicio se negaría?
Ambas sonríen a la par que se levantan y dirigen a la habitación del fondo.
Antes de entrar, Rabbit se quita el vestido, las medias y el sujetador, quedándose
únicamente con el tanga húmedo que cubría
débilmente su monte de Venus, pues era de seda transparente, por otro lado, su
compañera, Mixie, se quita simplemente la camiseta rosa, no lleva nada más a
excepción de unas bragas negras de algodón.
Abren la puerta y ven a Alejo, desnudo en la cama, una cama de barrotes
alta, con luces de neón azules y moradas, fumando un cigarro y tocándose el
falo, Mixie apoya a Rabbit en el quicio de la puerta y comienza a lamer sus
pezones a la par que toca su cuerpo.
Alejo, que no cabe en sí, no termina de entender la escena.
- Pero,… vosotras…¿? –Dice confuso observándolas, simultáneamente se
relame los labios y aprieta más su pene.
- ¿Quieres jugar con nosotras? –Rabbit le mira mientras
separa a Mixie y la agarra de la mano, dirigiéndose a la cama, donde se
encuentra Alejo sentado, le quita el cigarro, da una calada y se lo pasa a
Mixie, la cual hace lo mismo. Lo apaga
en un cenicero casi lleno y se sube a la cama. El cuerpo de Mixie, con mas curvas
que las de Rabbit está caliente, más qué
el de alejo que nota sus senos en su espalda y su erección aumenta.
Comienza a lamer su oreja mientras que Rabbit frente a Alejo se coloca de
rodillas y agarra su glande inflamado y chorreante de líquido blanquecino, lo
introduce en su boca y comienza a comerlo con ansias, sin pudor alguno.
Alejo decide no resistirse y dejarse llevar, es una oportunidad única,
aquellas dos mujeres le querían follar y el sentimiento era mutuo. Sentía la
saliva de Rabbit escurrir por sus testículos y muslos, notaba a Mixie morder su
cuello y relamer su oreja, no cabía en sí de la excitación.
-
Follanos, susurro Mixie al oído de aquel hombre exorbitado.
Sin mediar palabra agarra a Rabbit de los hombros y la sube a horcajadas en
la cama, la coloca a cuatro patas, y sujetado a Mixie del tobillo la tumba a su
altura dejando sus piernas fuera.
Comienza a meter sus dedos índice y corazón dentro de ella, mientras que
con la otra mano moja el sexo cálido de Rabbit e introduce sin piedad su falo hinchado.
Consigue unificar el ritmo de mano y cadera, ambas mujeres gritan de placer y éxtasis.
Mixie manosea los pechos bamboleantes de Rabbit mientras nota como la mano
de Alejo la folla sin piedad ni control.
Alejo embiste a Rabbit con alevosía, con placer, la mete entera y cada vez
con más fuerza, con la mano que tiene libre abofetea sus nalgas, las piernas le
tiemblan del placer a cada metida, nota como Rabbit llega al primer orgasmo en
el cual el placer inunda su cuerpo.
Sale de ella y la coloca con fuerza encima de Mixie, dejando su sexo a la
altura de su boca, a ellas no les hace falta ninguna indicación y Rabbit se
coloca de cuclillas para empezar a notar la lengua de Mixie introducirse dentro
de su vulva de cómo lame su sexo abultado y sus manos aprietan sus muslos a
modo de tope.
Alejo por su lado mientras observa tal escena, agarra de las piernas a la segunda y comienza
a penetrarla, con violencia, sin piedad, la mete y la saca haciendo que el
cuerpo de la mujer tiemble y vibre, los tres gimen de placer, Rabbit masajea el
pecho de su compañera, pelliza sus pezones, aprieta su carne y araña su piel
mientras que lo hace, mira a Alejo y sonríe lascivamente.
Mixie consigue que su compañera se corra por segunda vez a la par que ella
lo hace por primera, lame su sexo con glotonería, no quiere dejar que se escape
nada.
Cuando ambas mujeres ya han terminado en su éxtasis personal, se colocan a
cuatro patas, dándole la espalda a Alejo, ambas quieren lo mismo y mientras
Alejo, entiende la situación cada una toca el sexo de la otra, lo masajea y
excita más si es que sea posible.
Comienza por Rabbit y decide que tres sacudidas por mujer está bien. Pero
no sacudidas normales, serán animales y salvajes, como a él le gusta. Las
quiere oír gritar y en cada sacada dejarlas con ganas de más.
Empieza por Mixie, que está en el lado izquierdo de la cama, primera metida
hasta dentro, incluso le duelen los testículos de la sacudida, Mixie gime e
introduce los dedos dentro de su compañera que está ansiosa de que llegue su
turno, segunda metida, más brutal que la primera, más visceral, más profunda,
abofetea las nalgas de las dos mujeres y las pellizca, se queda unos segundos
dentro de ella y la saca, las muerde a ambas y aprieta sus dedos en la espalda
de cada una, Mixie y Rabbit se besan desenfrenadamente, tercera metida, el
placer inunda a Mixie, Alejo gime y aprieta la cadera de ella para que su polla
entre hasta el final.
Turno de Rabbit, primera metida, y su cuerpo tiembla, le sorprende la
ferocidad con que es penetrada pero le gusta demasiado como para decir nada,
sigue besando a Mixie e introduce sus dedos, índice, anular y corazón dentro de
ella, los mete y los saca mientras nota el glande de Alejo moverse en círculos,
sale de ella dejando el vacio a su paso, respira con dificultad y continua,
segunda metida, Rabbit gime y grita a la par, en una mezcla de dolor y placer,
nota sus nalgas ardiendo y como su amante masculino cada vez está más fuera de
sí la folla. Vuelve a salir y llega la tercera metida en la cual Alejo agarra
sus caderas y decide correrse con ella, sigue embistiéndola, no le interesa
volver a sacarla y meterla en otro coño que no sea ese, si se corre, quiere
correrse con Rabbit.
Comienza a embestirla continuadamente, haciendo que sus testículos reboten
con furia, inca sus dedos en su cadera y gime de placer mientras ve como Mixie
se coloca para que Rabbit coma su sexo, ha entendido quien es la elegida en ese
momento.
Dentro y fuera cada vez con más rapidez, a compás de la lengua de Rabbit y
sus gemidos.
El trío clama placer, gimen en éxtasis.
Finalmente Alejo nota como su Hidromiel quiere escapar de su cuerpo para
introducirse en el de su amante, y acelera la marcha, cachetea de nuevo el trasero de la mujer ya enrojecido
y nota como sus piernas se doblan de puro goce, gime como un animal salvaje, y expulsa
dentro del cuerpo de la mujer todo lo que tiene dentro incluida su vitalidad.
Se apoya en la espalda de Rabbit aun dentro de ella, besa su espalda y
observa la cara de Mixie que en ese mismo momento está llegando al éxtasis, con
una cara soberbiamente lujuriosa, nota la respiración agitada de ambas, la habitación
de neones huele a sexo y a sudor, huele a hombre, a mujer, huele a placer y excitación.
El silencio se mezcla con los gemidos de aquellas tres personas, que habían
compartido un juego tan exquisito como es el sexo.
Alejo sale de Rabbit y nota como chorrea el jugo propio y divino de la
mujer. Se acerca a la mesilla y coge
tres cigarros que enciende a la par.
Ambas mujeres tumbadas boca arriba con respiración agitada cogen el cigarro
y aspiran profundamente, Él se tumba entre las dos y deja que se apoyen en su
pecho sudado.
Acaricia sus hombros y espaldas, y nota como el placer inunda su cuerpo.
Mixie y Rabbit se miran, sonríen esta vez con calidez y armonía.
Ambas han conseguido lo que buscaban.
Allí quedan dormidas aquellas tres figuras extrañas entre sí, dormidas y en
silencio.
Como broche final, el sol ya en lo alto, brilla y calienta el día mientras
la grúa se lleva el taxi aparcado en la plaza de minusválidos.
Aunque, ahora nada importa, el placer reside en ese cuarto.
Hasta la próxima queridos.